A Nirza Díaz se le escurrieron las lágrimas y un nudo en la garganta le impedía hablar el día en que un joven de Sumapaz le pidió prestado uno de los libros que ella cargaba. Una vez en sus manos, el menor comenzó a leer pausado, sílaba por sílaba, sin entender lo que había. “Ese día me di cuenta que las cosas no estaban bien, si ni siquiera un niño podía leer de corrido”, recordó.
Ese fue el detonante para comenzar a trabajar en un proyecto comunitario, en el que por años ha venido promoviendo la lectura en la localidad, con jóvenes líderes de este territorio por completo rural, que representa cerca del 44 por ciento de la capital.
Aunque salió de allí a sus nueve años, y luego estudió Derecho en una universidad privada de Bogotá, el sueño de Nirza, que hoy tiene 30 años, fue devolverse a su localidad porque, como asegura, “aún hay mucho para hacer”.
Por su labor con los libros era conocida en las veredas y por vueltas del destino un día la llamaron para ser la directora de la primera biblioteca pública rural de Bogotá, ubicada en el corregimiento de La Unión. Es decir, un pequeño cacerío a más de cuatro horas desde el centro de la capital y al que para llegar hay que atravesar el páramo más grande del mundo. Pese a que rechazó el cargo en dos ocasiones, finalmente terminó en la dirección.
El centro cultural de Sumapaz fue construido entre el 23 de diciembre del 2016 y el 31 de mayo del 2017, junto al colegio público Juan de la Cruz Varela, que lleva el nombre de uno de los líderes agrarios más recordados de la localidad.
La inversión fue de $ 549 millones, recursos que llegaron por medio de un convenio entre la Asociación Biblioamigos, que puso cerca de $ 309 millones, y las secretarías de Educación ($ 120 millones) y de Cultura ($ 120 millones).
La estructura, tipo container, cuenta con dos salas para lectura y reproducción de material audiovisual, zona wifi, entre otros.
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Además de Nirza, otras dos personas trabajan con ella en la promoción de las letras, la escritura y oralidad (LEO), en el espacio que abrió sus puertas el 1.° de septiembre del año pasado. Una de ellas es Claudia Jimena Pastor, nacida hace 27 años en Sumapaz y quien estudió, gracias a una beca, licenciatura en Matemáticas y Física en Cuba.
Aunque ni Claudia ni Nirza estudiaron bibliotecología, Diana Carolina Martínez, gerente de Biblored, señaló que trabajan allí dado que cuando la Alcaldía de Bogotá planteó la creación de la biblioteca rural, se buscaban profesionales que conocieran el territorio y que hubieran tenido trabajo comunitario, debido a las condiciones rurales de Sumapaz y al asentamiento de sus pobladores en zonas dispersas.
Algunos nos preguntan que qué les vamos a dar, cuando llegamos a sus territorios
A ellas les corresponde la maratónica labor de salir a los tres corregimientos de la localidad, que reúnen 28 veredas, alejadas unas de otras. Por ejemplo, para ir a Tunal Bajo desde la sede de la biblioteca, tardan 30 minutos por una trocha, en vehículo y esta es una de las más cercanas.
A los caceríos llegan con libros, actividades y disposición para realizar talleres que pueden reunir entre 5 y 25 personas, si la convocatoria fue efectiva. “Esto es un reto, porque uno puede hacer viajes para llegar a lugares donde la gente aún no conoce el proyecto, por la ausencia de entidades estatales que hubo durante décadas. O también, como durante muchos años daban subsidios a los campesinos, algunos nos preguntan que qué les vamos a dar, cuando llegamos a sus territorios”, explicó Nirza.
En sus maletas llevan libros para todas las edades. “Uno no sabe a quién se va a encontrar en el camino, por eso hay que cargar con cuentos infantiles, poesía, algún libro de gastronomía, en fin. Hacer de cuenta que uno se va a encontrar a una familia, en donde hay desde bebés hasta abuelitos”, recordó Claudia.
Con los habitantes han tejido abrigos, han bailado carranga, han hecho talleres de teatro, y otra infinidad de actividades, pues no solo se incentiva la lectura, sino también la oralidad y la recuperación de la memoria.
En una de sus primeras salidas a la vereda Tunal Bajo se encontraron con Yamile Funza, una campesina que también promueve, por su cuenta, la lectura en su vecindad. Su hija, Nayibe Molina, es una de las lectoras más destacadas de Sumapaz, con tan solo 14 años.
“A mí mis papás me leían cuentos de pequeña y yo comencé a enamorarme de esto. Uno de los textos que me marcó, y de los primeros que leí sola fue El Principito. También me encanta la escritura de Gabriel García Márquez”, recordó la joven, de décimo grado.
Como Yamile, su mamá, y ella se apasionaron por las letras, no dudaron en recibir en su casa la Maleta Viajera de la biblioteca pública de Sumapaz. Este es un kit de 40 libros, de todas las temáticas, que se entrega a líderes de las veredas, para que los administren y se los presten a sus vecinos.
“Mi mamá recibió la Maleta con agrado y el día que llegó todos en la comunidad se alegraron. Ha tenido gran acogida, y nosotras les hacemos clubes de lectura de cuentos a los más pequeñitos de la vereda”, relató Nayibe, quien aseveró que en dos años viajará al casco urbano de Bogotá para estudiar Antropología. “Me voy por esta carrera, porque quiero devolverme a trabajar con los campesinos de Sumapaz, apenas la termine”, reseñó.
Nirza Díaz, actual directora de la biblioteca, recordó que la idea del proyecto no solo es prestar libros a quienes se interesen por ellos ni únicamente brindar asesoría a los niños, niñas y jóvenes que requieren realizar sus tareas.
“El objetivo, cuando viajamos a las comunidades, es que se mantengan vivas las tradiciones que se han ido perdiendo. Podemos acompañar una jornada de tejidos con los programas, un taller de expresión corporal; hemos bailado hasta carranga, y así, actividades que permitan unirnos”, indicó.
Abrirán otra en Ciudad Bolívar
En Pasquilla, zona rural de la localidad Ciudad Bolívar, se está construyendo la segunda biblioteca rural de Bogotá. “Esto responde a la línea de la Alcaldía de Bogotá de llegar a estas zonas con servicios culturales”, señaló Diana Martínez, gerente de Biblored.
Expresó que así como en la de Sumapaz, con la segunda biblioteca se buscará ir a las comunidades a realizar talleres de promoción de lectura, escritura y oralidad.
Igualmente quienes integren el equipo de trabajo serán también pobladores de la zona que tengan experiencia con comunidades.